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El rol de los sistemas tradicionales de sanación

La principal tesis de este libro es que los sistemas de ayuda que se han descrito contienen principios y elementos que pueden facilitar la transformación de la medicina y la psicoterapia moderna. Para finalizar este trabajo explicaré lo que podemos aprender de los sistemas tradicionales de sanación y cómo los mismos nos ofrecen modelos alternos que facilitan la revisión de la sistemas profesionales de salud.

Uno de los asuntos que ha sido objeto de debate por varias décadas es el adiestramiento y preparación de los psicoterapistas. Para una persona convertirse en psicoterapista tiene que estudiar varias años en la universidad, tomar diferentes tipos de examenes, hacer internados y pasar una reválida. ¿Son necesarios e indispensables todos estos requisitos para preparar a personas que puedan ser efectivas en una relación de ayuda? La investigación al respecto revela que personas que no poseen un grado profesional pueden ser tan o más efectivas que los profesionales (Durlak, 1979; Christensen & Jacobson, 1994; Dawes, 1994). Durlak (1979) después de comparar la efectividad terapéutica de para-profesionales y profesionales de ayuda llega a la siguiente conclusión:

… los profesionales no poseen destrezas terapéuticas superiores comparados con paraprofesionales. Más aún la educación profesional, el adiestramiento y la experiencia no son prerequisitos necesarios para que una persona pueda ayudar efectivamente. (p.80)

Rogers (1968), uno de los psicoterapistas más influyentes en la historia de la psicología, afirmó lo siguiente: “El adiestramiento intelectual y la adquisición de información tiene, yo considero, muchos resultados valiosos, pero convertirse en terapista no es uno de estos resultados” (p. 180). Carkhuff añade lo siguiente:

…. la evidencia indica que las condiciones básicas de tratamiento efectivo son condiciones que personas no profesionales con un adiestramiento mínimo pueden proveer. Estas condiciones no son el monopolio del adiestramiento doctoral, y hay razones bien fuertes para creer que muchas veces no se adquieren en el adiestramiento doctoral. En algunos casos la educación graduada puede retardar, o mas aún, contribuir al deterioro de la habilidad del estudiante para ofrecer estas condiciones (1966, p.364).

En una revisión de literatura Berman y Norton (1985) concluyen lo siguiente:

La evidencia no indica que los paraprofesionales son más efectivos, pero tampoco revela ninguna superioridad substancial por los terapistas profesionales (p. 401).

Strupp & Hadley (1979) en un estudio en donde utilizaron a profesores universitarios que no tenían ningún trasfondo en psicología llegaron también a la conclusión de que los terapistas profesionales no fueron más efectivos que los paraprofesionales.

También, se ha encontrado que el adiestramiento profesional tiene efectos negativos debido a que puede reducir los niveles de empatía, autenticidad y auto-revelación del estudiante (Carkhuff, Kratochvil & Friel, 1968). En vez de aumentar las destrezas de ayuda del estudiante, existe la posibilidad de que el adiestramiento reduzca y opaque esas destrezas. Bergin & Soloman (1963) encontraron que las puntuaciones de empatía de los estudiantes correlacionan negativamente con sus calificaciones.

Si el adiestramiento intelectual y la adquisición de información no es esencial para que una persona se convierta en un buen terapista, ¿por qué no se revisan los modelos para adiestrar terapistas? La educación de los profesionales de ayuda puertorriqueño ha sido criticada porque no toma en consideración la realidad cultural de la sociedad puertorriqueña (Rivera, 1984). La educación de los profesionales de ayuda en Puerto Rico se basa en modelos anglosajones que no responden a las necesidades de los puertorriqueños (Albizu-Miranda, 1966). Necesitamos un nuevo paradigma que dirija la preparación de los terapistas profesionales y considero que los principios en los cuales se basa la educación de los sanadores tradicionales puede servir de base para el desarrollo del mismo.

El estudio de los sistemas folclóricos de ayuda nos lleva a revisar también las nociones de salud mental y enfermedad que tiene la sociedad occidental. Los sanadores tradicionales entienden que la locura es producto de visiones y contactos con otras realidades. El llamado enfermo mental tiene el don de descubrir las realidades alternas que habitan en el universo. Es por eso que su locura es una de carácter divino y sagrada. Su “enfermedad” le permite comunicarse con los dioses y los demonios sin necesidad de intermediarios.

La medicina moderna ha cultivado un paradigma que recalca la deshumanización del paciente y el distanciamiento interpersonal. Los contactos entre médico y paciente se realizan por medio de máquinas y se limita la interacción a los temas relacionados al diagnóstico y el tratamiento. Al paciente se le trata como un caso más y se trata de eliminar los elementos que hacen de esta persona alguien especial y diferente a todos los demás.

Los sistemas folclóricos de ayuda funcionan bajo un paradigma totalmente diferente. La relación entre el sanador y su cliente es una que se caracteriza por la cercanía física y socio-cultural. El sanador interacciona con la persona que busca ayuda sin las distancias que provocan la tecnología en la medicina moderna: el sanador da masajes, hace bromas y crea un ambiente que promueve la confianza.

Las investigaciones sobre los sistemas folclóricos de ayuda pueden facilitar el lidiar con asuntos que están afectando a nuestra sociedad. Por ejemplo, un número significativo de puertorriqueños que son HIV positivos utilizan prácticas folclóricas de ayuda para tratar su enfermedad y se ha encontrado que esto aumenta su sentido de control sobre la enfermedad (Suarez, Raffaelli & O’leary, 1996). Sería valioso investigar si las prácticas folclóricas de ayuda tienen efectos positivos en la salud de estas personas. Otra investigación llevada a cabo por Delgado y Santiago (1998) encontró que se puede colaborar con dueños de botánicas para que estos refieran individuos para pruebas de SIDA y ofrezcan información a la comunidad sobre esta enfermedad. Similarmente, existe gran necesidad de estudiar más a fondo la efectividad de los métodos folclóricos para tratar problemas de adicción (Rioux, 1996).

Por otro lado no solamente debemos profundizar en torno a los elementos terapéuticos de las prácticas folclóricas de ayuda, sino que también se deben estudiar las formas en que las mismas pueden ser detrimentales al individuo. En este libro hemos discutido algunos de estos factores anti-terapéuticos pero es necesario continuar evaluando esta dimensión.

Es asombroso que a pesar de que los sistemas folclóricos de ayuda en Puerto Rico se utilizan de manera significativa, la investigación que existe al respecto es muy limitada. Son contadas las disertaciones que se han realizado en Puerto Rico sobre espiritismo y santería (De los Santos, 1982; Stewart de Socarrás, 1982; Michtom, 1975; Núñez Molina, 1987). Los investigadores sociales en Puerto Rico tienen la responsabilidad de fomentar la investigación en torno a los sistemas folclóricos de ayuda.

Esperamos que este trabajo contribuya al entendimiento de los sistemas folclóricos de ayuda por medio de la eliminación de los estereotipos, prejuicios y preconcepciones que existen en torno a los mismos. Es un grave error considerar que estos sistemas son sencillamente prácticas “primitivas” utilizadas por individuos ignorantes y supersticiosos.

En el 1980 comenzamos la labor de estudiar los sistemas folclóricos de ayuda al realizar mi tesis de maestría en torno a las experiencias de las personas con los espíritus de personas que han muerto. Espero haber podido transmitir en este libro el aprendizaje obtenido en el transcurso de estos años y que se convierta en una forma de agradecer a los sanadores que decidieron compartir su sabiduría.

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