Para el 1998 creamos la Alianza Puertorriqueña de Padres No-Custodios. Ayer encontré la página que desarrollé en tripod y fue como encontrar un tesoro. En esos años de lucha comprendí que no es una opción darse por vencido. La batalla que se da por mantenernos presentes en la vida de nuestros hijos es una que siempre nos van a agradecer.
En este día mi corazón siempre está con los padres no custodios que por diferentes razones no se les permite estar con sus hijos, a pesar de que en muchas ocasiones lo que quieren es tener la oportunidad de amar a sus hijos. Para ellos va mi solidaridad y mi profunda empatía. He estado allí y conozco lo absurdo de las llamadas “visitas” y las restricciones injustas que se imponen para alejar al padre de sus hijos.
Después de tantos años sigo considerando que la visión de la Alianza es fundamental para el bienestar de nuestros niños/as:
Consideramos injusto que, en la mayor parte de los casos, se otorgue automáticamente la custodia total de los hijos a la madre, sin evaluar las consecuencias de esta decisión o las particularidades de cada caso.
Creemos que los prejuicios de género deben ser eliminados del Derecho de Familia, ya que ser mujer no es un requisito «sine qua non» o indispensable para poder cuidar y criar un hijo.
Los niños de padres divorciados tienen derecho a disfrutar de una relación estrecha con ambos padres, y no sólo con uno. Esto se logra permitiéndole al niño o a la niña compartir igual cantidad de tiempo con ambos padres e incluyendo al padre no-custodio en la rutina del niño (ej: llevarlo o buscarlo a la escuela, ayudarlo a hacer las tareas, etc.) en vez de limitar esta relación a «visitas» dos fines de semana al mes.
Ambos padres deben ser responsables del bienestar emocional y psicológico de los niños.
El sistema judicial debe patrocinar más la custodia compartida, y los abogados deben orientar a sus clientes sobre esta posibilidad.
La custodia compartida facilita el ajuste de los niños ya que estos continúan teniendo una relación estrecha con ambos padres. Tanto el padre como la madre pueden tener períodos libres para el descanso y el desarrollo de su vida interpersonal. El niño es expuesto a dos puntos de vista, lo cual es mucho mejor que el control que ejerce un solo padre sobre el niño. El niño de padres con custodia compartida es capaz de comprender y observar diferencias en cada uno de ellos y esta es una destreza que le permitirá lidiar de manera más efectiva con la complejidad de la vida.
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