Reflexiones después de Reunión de Facultad sobre el tema de deshonestidad académica:
Considero que toda conversación sobre deshonestidad académica debe atender los problemas de un sistema de evaluación basado en notas y el desempeño individual. En ese sentido, el primer paso para atender la deshonestidad académica es movernos hacia una cultura en donde aprender sea una experiencia sagrada. Es desarrollar una consciencia en el estudiante que lo lleve a trabajar por su desarrollo académico y no por obtener una buena nota en el curso. Tenemos que movernos a crear ambientes de aprendizaje centrados en el aprendizaje colaborativo y no en la competencia. Estoy seguro que si logramos crear ese tipo de ambiente, los problemas de deshonestidad académica se reducirían significativamente.
Si reducimos el problema de deshonestidad a académica a cómo impedimos que nuestros estudiantes se copien y si pensamos que para eso, la única solución es regresar al salón presencial, hemos perdido la oportunidad que nos brinda esta crisis para hacernos las siguientes preguntas:
1. ¿Cómo fomentamos el amor hacia el curso, hacia el aprendizaje, hasta el punto en que la deshonestidad académica deja de ser una alternativa para muchos?
2. ¿Cómo creamos una relación significativa con el estudiante para que pueda ser fiel al curso?
3. ¿Cómo le dejamos ver al estudiante que en última instancia en el acto de la deshonestidad académica, el más que pierde es él?
4. ¿Cómo fomentamos el amor hacia el curso, hacia el aprendizaje, hasta el punto en que la deshonestidad deja de ser una alternativa?
5. Más allá de preocuparnos si nuestros estudiantes se están copiando, es esencial preguntarnos: ¿Están aprendiendo?
También, me parece importante señalar, aunque sea obvio, que la deshonestidad no es una consecuencia de la educación a distancia. Ha existido desde que se crearon las escuelas y las universidades. Y no puede ser una justificación para regresar al salón de clases en agosto y poner en riesgo la salud de todes. El remedio, en este caso, puede ser mucho peor que la enfermedad.
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