Mientras corro y doy vueltas, mis pensamientos también comienzan a dar vueltas en mi mente. Algunos de esos pensamientos tienen la manía de regresar cada mañana que corro. Me he dado cuenta que sino les doy salida mediante la escritura , tienden a regresar como si necesitaran la libertad de salir de mi cabeza. En ocasiones no les hago caso y los dejo que regresen, tal vez porque me gusta observarlos.
Mi padre en sus últimos días de vida, como consecuencia de un cáncer que estaba consumiendo su cerebro, nos pedía que lo lleváramos a su casa. El asunto era que mi padre se encontraba en su casa. A pesar de que le dijéramos que estaba en su casa, el volvía a decirnos con una angustia profunda que quería estar en su casa.
En aquel momento, dominado por una perspectiva materialista, pensé que su cerebro ya no podía distinguir el lugar en donde se encontraba. Ahora pienso que estaba pidiendo otra cosa. Tal vez quería regresar a la casa en donde fue criado cuando niño pero más aún creo que quería regresar a esa casa donde tarde o temprano todos regresamos. Esa casa en la que sin importar donde estemos, siempre nos sentimos en casa.
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