Ayer murió James Hillman a los 85 años como consecuencia de un cáncer de los huesos. Su Re-Visioning Psychology sigue siendo para mi uno de estas obras a la que regreso frecuentemente para continuar buscando más allá de las obsesiones de la psicología con la neurociencia, la biología y la felicidad obtenida mediante los psicofármacos. Y es que hay tan poca crítica profunda desde adentro de la psicología que parece que la disciplina sufre de una resistencia a evaluar los paradigmas que controlan la disciplina. La disciplina ha optado por olvidarse del alma y sus profundidades, prefiriendo el discurso fácil y enajenante de las verdades monolíticas.
Hillman nos alerta en su obra de que la psicología tiene que entender que la enfermedad no solo está dentro del individuo sino que también está afuera:
Lo que queda fuera es un mundo que se deteriora. De modo que ¿por qué la terapia no ha advertido esto? Porque la psicoterapia sólo trabaja en esa alma “de adentro”. Al quitar el alma del mundo y no reconocer que el alma también está en el mundo, la psicoterapia ya no puede hacer más su trabajo. Los edificios están enfermos, las instituciones están enfermas, el sistema bancario está enfermo, la escuelas, las calles – la enfermedad está ahí afuera.
Su obra nos lleva a honrar y apreciar nuestros síntomas y obsesiones como experiencias que nos conducen a conocer mejor las profundidades del alma:
¿Adónde se vuelve el alma que no tiene un terapeuta que consultar? Lleva su problema a los árboles, a los bancos de los ríos, al compañero animal, o a un paseo sin meta por las calles de la ciudad, a una contemplación del cielo nocturno. Tan sólo mira por la ventana o hierve agua para una taza de té. Respiramos, nos expandimos, nos dejamos ir, y algo regresa desde cualquier sitio. El daimon en el corazón parece muy a gusto, prefiriendo la melancolía a la desesperación: está en contacto.
Los síntomas son solemnes embajadores de la muerte a los que hay que rendir honores por la dignidad que ostentan, y la vida, reflejada en sus síntomas, ve allí su muerte y se acuerda del alma. Patologizar nos devuelve al alma, y perder el síntoma significa perder esta senda hacia la muerte, este camino del alma.
Con la muerte de James Hillman perdemos una de las voces más creativas y radicales dentro de la psicología. Su legado debe ser fuente de inspiración para continuar la re-visión y la re-imaginación que tanto necesita la psicología como ciencia y disciplina.
Fuentes:
1 comentario
Soy alumna de Sven Dohener a través del cual he conocido las ideas de James Hillman.
James Hillman es de las almas que nunca mueren, pues su psicología arquetípica nos guía en nuestro andar personal y profesional, en nuestro trabajo personal y con otros, en fin en la psicoterapia de las ideas…