Cada vez que escucho en las graduaciones del RUM el discurso de “somos los mejores” lo que me recuerda es el juego infantil de “el mío es mejor que el tuyo”. Y como señala el psiquiatra Eric Berne ese tipo de juego impide que nos comuniquemos de forma efectiva y que establezcamos relaciones profundas con los demás. Este juego tiene como objetivo hacer sentir mal a la otra parte mostrando que somos mejor que ella.
En la educación ese tipo de juego nos lleva a ver a los otros como adversarios cuando lo que necesitamos es comenzar a colaborar con todas las demás instituciones educativas. Pero, ¿cómo podemos colaborar con otras universidades, si dentro de la UPR hay recintos que se creen mejores que los otros? Ese discurso de “somos los mejores”debería ser substituido por uno que recalque la importancia de la colaboración y la interdependencia ya que es la forma madura de enfrentarse efectivamente a los retos que confronta nuestra Universidad.
Parecería que en nuestro educación universitaria todavía predomina el paradigma de la sobrevivencia del más apto cuando en las graduaciones nos referimos de forma despectiva a los que no lograron la meta de graduarse.
No hay nada malo con celebrar nuestros logros pero es necesario recordar a Hostos cuando dijo: “Ama la gloria por lo que tiene de estimulante; aborrécela por lo que tiene de enervante”.
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