Black Swan es un película que recomendaré a mis estudiantes del curso sobre la psicología de Carl Jung y la utilizaré como ejemplo cuando discuta con ellos el concepto de la sombra. Y es que este filme se entiende mejor si uno está familiarizado con el concepto de la sombra desarrollado por Jung. Jung definió a la sombra como lo que una persona no desea ser. Refiriéndose a la importancia de integrar la sombra dijo: “Uno no se ilumina imaginando figuras de luz sino haciendo consciente la oscuridad, un procedimiento, no obstante, trabajoso y, por tanto, poco popular”.
En Black Swan la protagonista Nina Sayers se enfrenta a la tarea de encarnar tanto al cisne blanco del ballet de Tchaikovsky como al cisne negro. No tiene problemas representando al cisne blanco pero debido a que se ha desarrollado como una persona que ha negado su sexualidad e impulsos agresivos, carece de la energía y el carácter para representar al cisne negro. La trama se complica pues Nina es una persona fragmentada que al comenzar a reconocer e integrar su sombra no puede contener la misma y termina siendo poseída por la misma.
Black Swan nos presenta magistralmente el poder creativo de nuestro lado obscuro pero también lo arriesgado que es la confrontación con el mismo. El crecimiento y desarrollo de la psique implica hacernos conscientes e integrar lo que hemos negado pero que forma parte integral de lo que somos. Rilke lo expresó muy bien cuando le sugirieron que fuera a ver un terapista: "If I lose my demons, I will lose my angels as well.”
Y en ese sentido cuando al final de la encarnación del cisne blanco y el cisne negro Nina dice: “I felt it. I was perfect”, lo que en realidad sintió fue la experiencia no de una perfección que niega y reprime la parte obscura pero aquella perfección en que nos percibimos como seres completos, con todos nuestros ángeles y demonios.
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