Nota: Palabras que compartimos hoy en la presentación del libro “La actitud existencial en la psicoterapia” del colega y amigo José Felipe González Pabón.
Decía Erich Fromm que “los seres humanos lo tienen todo, pero carecen de sí mismos" La actitud existencial en la psicoterapia del Dr. José Felipe González Pabón explora las implicaciones de esa carencia y cómo podemos “recobrarnos a nosotros mismos.”
Lo primero que me llama la atención del libro del Dr. González Pabón es que a pesar que su foco es la relación psicoterapista/consultante, su mensaje es relevante para todo aquel que sufre y busca lograr entender el sufrimiento y trascenderlo, es decir, el libro es relevante para todos nosotros. Más aún, me parece que en su texto cualquier persona va a encontrar los principios fundamentales que debe seguir si desea vivir plenamente y auténticamente.
Más aún, en ocasiones me parece que el texto pudiera muy bien servirnos de guía para salir de la crisis que enfrenta nuestro país. Particularmente encuentro pertinente una sección llamada: El tramo del auto-olvido o el estado no-auténtico. En el primer párrafo parecería que el Dr. González Pabón está describiendo la condición que aqueja la sociedad puertorriqueña
“Heidegger quien lo titula el olvido del ser se refirió a este como aquel en el que la persona suprime o ignora su propia situación de vida. Es decir, mientras estamos en el, no estamos conscientes de él. Es un modo cotidiano de conformismo en el vivir en el cual , uno está atareado, ocupándose en actividades triviales, insignificantes e inconsecuentes. Es un estado en que nos entretenemos, indiscriminadamente, en múltiples diversiones, en que estamos pasmados en un parloteo llano y hueco, todo lo cual nos mantiene tranquilizados en un estado parecido a estar flotando en un mar tibio y sin olas. Estamos inmersos en el mundo de las cosas, preocupados por la manera y la forma en que son las cosas, perdidos en el “ellos”, en la periferia.”
En un país en que los chuchín espiriteros , los chemos chupacabrenses, las maripilis plásticas y las gárgolas guaniquenses sirven como elementos distractores para un pueblo que ha perdido su ruta y se conforma con dar vuelta sobre el mismo punto, tenemos que concluir que como nación sufrimos de ese estado del auto-olvido.
Añade el Dr. González que ese estado no-auténtico se caracteriza también por el uso de juegos que en realidad son formas de evitar el vivir. Por ejemplo, el juego del retiro; cuando me retire entonces …, el juego del divorcio; cuando me divorcie entonces…Y en el proceso se nos va la vida esperando a que llegue ese momento apropiado.
Desde temprano, el Dr. González Pabón comparte el secreto para nuestra salvación: Hay que escuchar nuestra voz, hay que mirar por dentro con el valor que nos permita descubrir lo que realmente somos como personas. Y nos deja también claro que el proceso es uno arduo, arriesgado, tortuoso y delicado pero necesario para la transformación y la búsqueda de la felicidad auténtica.
A medida que me adentraba en la obra del Dr. González Pabón, no podía dejar de pensar en el cuento de Augusto Monterroso “ La rana que quería ser una rana auténtica” ya que la ansiedad de esta rana es una que puede entenderse desde la perspectiva existencial:
Había una vez una rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.
Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.
Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una Rana auténtica.
Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.
Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo.
Y es que como nos decía el psiquiatra Carl Jung: “La cosa más terrible es aceptarse a uno mismo completamente.” Y el Dr. González argumenta que a la misma vez que es lo más terrible es mediante ese proceso que salvamos nuestra alma, nuestra psique, nuestro Ser. Es una forma de recibir la gracia.
Y el lector descubrirá en el libro que ser un terapista con una actitud existencial no es tarea sencilla. Por ejemplo, el terapista tiene la responsabilidad de crear un espacio sagrado o lo que los griegos llamaban el “témenos”. Y es que el proceso de ayuda desde la perspectiva existencial es uno que tiene que ver con el nacimiento de una nueva persona y todo nacimiento es sin duda de naturaleza sagrada.
Más aún, el terapista con actitud existencial tiene que estar consciente que la psicoterapia es una tarea de amor. Y hablar de amor en el contexto de la relación terapéutica sin eufemismos, ni reduccionismos me parece esencial en tiempos en donde el amor se explica por muchos como un aumento en el nivel de dopamina.
La esencia del proceso de ayuda desde la perspectiva existencial gira en torno al encuentro entre dos personas. Lo que Martin Buber llamaba la relación I-Thou. El terapeuta no trata de apartarse del mundo experiencial del consultante, sino al contrario pretende comprender las experiencias de este desde la perspectiva de su propia existencia. Y la comprensión no solo es un acto racional sino también es uno de naturaleza afectiva.
Al terminar el libro, el lector tiene la oportunidad de confrontarse con una visión del proceso de ayuda que se caracteriza por los siguientes principios:
1. Eliminar los síntomas no es el proceso principal de la terapia. Más aún, son los llamados síntomas los que nos llevan a entender mejor quienes somos. Lo valioso es ayudar a la persona experimentar su existencia.
2. La vulnerabilidad y la incertidumbre es un requisito para el viaje de transformación personal
3. Lo relevante en la labor clínica es captar el sentido (significado y función) del trastorno.
4. “Lo importante no es lo que han hecho conmigo, sino lo que yo hago con lo que han hecho conmigo” Sartre
5. "La búsqueda del Si mismo, del Grial, del Sentido de la existencia, lleva toda la vida y lo que es más arduo aún, nunca se sabe cuando la obra está completa, porque ello escapa de las manos del Ser Humano.
En tiempos en que Wikileaks nos demuestra que la hipocresía entre las naciones es la orden del día, la actitud existencial es tal vez el mejor antídoto en contra de una sociedad caracterizada por la falsedad y el estado no-auténtico. Esta obra debe servirnos de guía no solo en el espacio sagrado de la sesión terapéutica pero también como paradigma para salvarnos de un mundo que se empeña en no entender que en tiempos de crisis decir la verdad es un acto revolucionario como señalaba Orwell. Y me parece que hoy más que nunca eso es lo que nuestro mundo necesita: hombres y mujeres transparentes que estén dispuestos a decir la verdad. Ese me parece que es el mensaje central de la obra del Dr. González Pabón: el poder transformador y revolucionario de decir la verdad y descubrir lo que realmente somos.
Al terminar la lectura de esta obra nos queda claro que si lo que buscamos es eliminar síntomas podemos prescindir de la actitud existencial pero si lo que nos impulsa es la búsqueda del Sí mismo, del Santo Grial, del sentido de la existencia (como señalaba Jung) tenemos que adoptar los principios esbozados en este libro. Mis felicitaciones al Dr. González Pabón por publicar este trabajo y recordarnos una tradición que nunca debe morir: la del terapista como psicopompo, como guía de las almas en su descenso al mundo subterráneo, como mentor, como chamán y como sanador de almas.
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