Para el año 1952 Carl Rogers, el fundador de la terapia centrada en la persona, fue invitado a hablar a la Universidad de Harvard sobre las implicaciones de su teoría de la personalidad para la educación. En esa charla, que más tarde fue publicada en su libro “El proceso de convertirse en persona”, Rogers compartió varias ideas que tienen mucha relación con nuevo paradigma educativo apoyado por las tecnologías de aprendizaje y la web 2.0
Mi experiencia me dice que no puedo enseñar a otra persona como enseñar. En última instancia, intentar algo así resulta inútil.
Pienso que cualquier cosa que pueda enseñarse a otra persona es relativamente intrascendente y ejerce poca o ninguna influencia sobre la conducta.
Cada vez estoy más convencido de que solo me interesa el aprendizaje capaz de influir significativamente sobre la conducta.
He llegado a sentir que el único aprendizaje que puede influir significativamente sobre la conducta es el que el individuo descubre e incorpora por si mismo.
Como consecuencia de lo anterior, advierto que he perdido el interés en ser un educador.
Por consiguiente, pienso que solo me interesa aprender, incorporar preferiblemente cosas importantes que ejerzan una influencia trascendente sobre mi propia conducta.
Me enriquece aprender, ya sea en grupos, en relaciones con otra persona o por mi propia cuenta.
Pienso que una de mis mejores maneras de aprender –pero también una de las más difíciles– consiste en abandonar mis propias actitudes de defensa, al menos temporariamente, y tratar de comprender lo que la experiencia de la otra persona significa para ella.
Otra de mis maneras de aprender consiste en plantear mis propias incertidumbres, tratar de esclarecer mis dudas y acercarme así al significado real de mi experiencia.
Al final de la charla Rogers presentó las implicaciones de sus ideas:
a. Esta experiencia implicaría nuestro abandono de la enseñanza. Aquellos que desean aprender se acercarían unos a otros para hacerlo.
b. Dejaríamos de lado los exámenes, ya que solo evalúan el aprendizaje de tipo intrascendente.
c. Por la misma razón, dejaríamos de calificar con notas.
d. también abandonaríamos los títulos para evaluar la eficiencia de las personas, puesto que un titulo señala un fin o la conclusión de algo, mientras que el que aprende solo se interesa en el proceso continuo de aprender.
e. abandonaríamos el enunciado de conclusiones, ya que estas no son capaces de pronunciar enseñanzas significativas.
Se podrán imaginar que la reacción de su audiencia no fue muy positiva. Mucha gente expresó su desacuerdo con estas ideas como hoy en día es muy probable que tampoco encuentren mucha aceptación en la mayor parte de las instituciones educativas. Sin embargo, esta visión rogeriana contiene los elementos necesarios para la revolución educativa que tanto necesitamos. Nos ayudaría a entender que enseñar a otros es realmente una ilusión que tiene que desaparecer de nuestros modelos pedagógicos para que surja lo que verdaderamente es valioso: el aprendizaje significativo.
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