La música de nuestro Antonio Cabán Vale (El Topo) la descubrí en Escuela Superior cuando escuché su primer disco “Las Manos del Campo”(1975). Un disco perfecto que contiene clásicos como Las Manos del Campo, Solina, Solina, Si tengo la suerte, Verde Luz, Don Guaco, Antonia, Flor de Amapola … Un disco inolvidable que me llevó a admirar el trabajo de El Topo y a considerarlo uno de nuestros mejores cantautores. Después de “Las manos del campo”, el Topo llegó con “Era el comienzo del amor”, una obra en donde se destacan canciones como “Niña del Manantial” (tú, más suave que el rocío, tú, de cabellos de lluvia), Pobre de mi (pobre de mi que soy verdugo de mis sueños, pobre de mi que he dado muerte a los deseos) y Julia de amor amanecida (dedicada a Julia de Burgos). Una de mis preferidas de este trabajo es “Motivo en seis villarán”:
Me gusta verte tendida
soñando tu desnudez
Me gusta mirar tu piel
como de fruta encendida
Era el comienzo del amor:
Y antes de que terminara la década de los setenta, Cabán Vale entrega “Caminando, caminando”, otra obra que completa una trilogía de canciones dedicadas a la patria, al amor, a la soledad, a la búsqueda de la felicidad. De este trabajo mis preferidas son “En un café de estudiantes”, “Dejé mi monte” y “Compañera soledad”.
El Topo: Caminando, caminando
A pesar de que muchos pueden pensar que El Topo es “Verde Luz” o “Solina, Solina”, esta trilogía deja claro que hay muchos grandes tesoros en la obra de Cabán Vale. Después de más de 30 años su música me sigue cautivando como el primer día que escuché “Las Manos del Campo”.
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