El que se incluyera la Antología Personal de José Luis González entre los libros que el Departamento de Educación de Puerto Rico ha prohibido, me hizo pensar en lo mucho que disfruté de los cuentos de este autor cuando estaba en Escuela Superior. Mi entusiasmo hacia la obra de José Luis González, estimulado por un excelente profesor de Español, me llevó a conseguir su dirección postal (vivía en México para ese tiempo) y escribirle para expresarle mi admiración. Una semana más tarde, un día de julio de 1976, el cartero de mi barrio llegó con un paquete que venía de México. Para mi sorpresa José Luis González me había escrito una carta agradeciendo mi interés en su obra e incluyendo varios libros suyos en los que se encontraban dos colecciones de cuentos: Galería y otros cuentos y En Nueva York y otras desgracias. Se podrán imaginar como me sentí: brinqué de la emoción, corrí y le enseñé los libros a todos mis amigos. Ese día no dormí. Me sentí el estudiante más feliz del mundo.
Los desalmados que dirigen nuestro Departamento de Educación nunca comprenderán la grandeza de José Luis González. Ellos lo que ven en su obra es al marxista que quería la independencia de Puerto Rico. Prohíben a José Luis González porque su mensaje es uno orientado a valorar la consciencia social, la integridad, la honestidad y la defensa de los pobres. Y eso no le conviene a un Gobierno caracterizado por los valores opuestos.
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