Uno de estos cuentos con luz que como maestros tenemos siempre que tener en cuenta (Vía):
Una mujer fue junto con su hijo a ver a Gandhi. Gandhi le preguntó que quería y la mujer le pidió que consiguiese que su hijo dejase de comer azúcar.
Gandhi le contestó: traiga usted otra vez a su hijo dentro de dos semanas.
Dos semanas más tarde la mujer volvió con su hijo. Gandhi se volvió y le dijo al niño: “deja de comer azúcar”.
La mujer muy sorprendida le preguntó: ¿por qué tuve que esperar dos semanas para qué usted le dijese eso? ¿Acaso no podía habérselo dicho hace quince días?
Gandhi contestó: no, porque hace dos semanas yo comía azúcar.
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El cuento también nos enseña que en la enseñanza no sólo hay una fuente y un recipiente. En este caso el recipiente le enseñó primero a la fuente. En cuántas ocasiones aprendemos tantas cosas de nuestros estudiantes, mejoramos gracias a ellos y ellos ni se enteran. Mi agradecimiento a todos mis estudiantes por todo lo que me han enseñado, aunque no se enteren.
Encuentro en este comentario mi propia experiencia. Gracias José Navarro por poner letra a mis pensamientos.