Hace unos días Eugenio Martínez en Tinta Digital criticaba el movimiento hembrista puertorriqueño señalando:
En Puerto Rico, veo algunas organizaciones y activistas que más que feministas, más que abogar por una igualdad o por una justicia, son hembristas, abogan la supresión de una dominación por otra. Y la equivalencia entre el machismo y el hembrismo es notable.
Hoy en en un reportaje de El Nuevo Día se expresan varias mujeres que están haciendo campaña para alcaldesas y en vez de destacar sus cualidades como personas recurren al discurso enajenante del hembrismo. Veamos:
Las mujeres “tenemos la virtud para escuchar y tener sensibilidad con el dolor ajeno”, dijo María Méndez
“La mujer cumple lo que promete”
Evelyn Ortega, aspirante en Toa Alta por el PNP, puntualizó que trabajará para “ayudar a la mujer a que se levante sola”.
El discurso de superioridad de la mujer no fomenta los modelos de colaboración y comprensión que deben existir entre los dos sexos. Es tan nocivo como el machismo más radical. No debe ser aplaudido, ni considerado ejemplar. Es realmente un juego en el que todos, hombres y mujeres, salimos perdiendo.
1 comentario
Excelente planteamiento. La colaboración entre ambos es la clave del éxito, no la superioridad de unos contra otros.