En el Congreso sobre Violencia y Criminalidad que se llevó a cabo en el Recinto Universitario de Mayaguez, el periodista José Elías comentaba que Cho Seung-Hui, el asesino de más de 30 estudiantes de Virginia Tech, había logrado su objetivo principal: la atención desmedida e histérica de parte de los medios de comunicación hacia su persona. Los medios de comunicación han hecho su agosto y han convertido esta terrible tragedia en una manera de aumentar su audiencia y vender anuncios. Cho tiró el anzuelo de la muerte y los medios han picado desmedidamente y sin ningún tipo de escrúpulo.
Cho sigue vivo en la psique de todos aquellos que hemos sido bombardeados por las imágenes de esta tragedia. Sigue vivo en la psique de todos aquellos que han visto el multimedia que envió a NBC. Sigue vivo tratando de que adoptemos la desesperzanza y la necrofilia como actitud fundamental de nuestra existencia.
Como se muestra en el blog de Cool Cat Teacher, el efecto Cho está enfermando a las escuelas en E.U. como se evidencia en las noticias más recientes:
Roberto Arancibia, de «El mundo sigue ahí» , decidió elminar las fotos que envió Cho a NBC de su blog mencionando lo siguiente:
Borré las fotos de Cho. Creo que no debería estar aquí. Nunca debió haber estado. Creo que al ponerlas le sigo el juego. No quiero hacerlo. Casi todos los días hay tiroteos, atentados y coches bomba en muchas partes del mundo y peligrosamente lo vamos sintiendo como «normal», tal vez por el estado, de constante emergencia, en que se encuentran otros países, otras sociedades.
No creo que vuelva a poner imágenes parecidas en este blog.
Ya no es necesario «entender», «explicar» ni justificar el acto de Cho. Es tiempo de sanar, de cuidar a nuestros estudiantes y de no permitir que surja otro como Cho. Hay que proteger a nuestros estudiantes como hizo el profesor de ingeniería que bloqueo la puerta de su salón para impedir que Cho entrará:
At 76-years-old, the engineering professor blocked the door to his classroom on Monday morning to allow students to escape out the window. Some of the last ones to make the jump looked back to see Librescu killed by bullets from the gun of Cho Seung-Hui.
Primera y última vez que habló del efecto Cho …
LA MURALLA
Para hacer esta muralla,
tráiganme todas las manos:
Los negros, su manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Ay,
una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte.
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—Una rosa y un clavel…
—¡Abre la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El sable del coronel…
—¡Cierra la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—La paloma y el laurel…
—¡Abre la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El alacrán y el ciempiés…
—¡Cierra la muralla!
Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la yerbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor,
abre la muralla…
Alcemos una muralla
juntando todas las manos;
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte…
Nicolás Guillén
3 comentarios
Eran inquietantes las fotos, pero las puse tal vez pensando en la oportunidad de la noticia, «este es el asesino». Después pensé que no podía, no debía seguir ese juego. Pensé en los que se quedaron, sus amigos y familia. Y me alivié cuando las saqué.
Seguramente si hay noticias parecidas a esta, espero que no, volveré a comentarlas y decir lo que pienso, pero no pondré imágenes de aquellos desquiciados responsables.
Se aplicará lo del vaso medio lleno? No sé, yo aún soy de los optimistas, aunque puede que sólo esté desinformado.
Saludos,
¿Cuántos otros desquiciados estarán viendo la atención mundial que ha recibido Cho con envidia y admiración?
El efecto Cho nos salvo de la obsesion mediatica consigo misma y de su obscena hipocresia. Es decir, nos salvo de Imus, de la hipocresia de no presentarlo diciendo «nappy headed ho», del «feeding frenzy» de los medios consumiendo asimismos con la patetica y vulgar figura de Don Imus, a quien pagaban millones por decir barbaridades.
Imus, Imus, Imus de forma continua, hasta que Cho nos salvo de eso. Perdimos el interes hasta ver «To catch a predator» con su secuencia monotona de depredadores infantiles atrapados en las redes de los medios.