Dos sacerdotes italianos han comenzando a implementar un sistema para que los creeyentes puedan confesarse vía Internet:
el pecador dispone de un espacio mínimo de 1.000 caracteres y un máximo de 3.500 para describir cuál de los diez mandamientos ha violado y qué faltas ha cometido. Una vez escrito el e-mail con sus pecados, sólo necesita teclear sobre un espacio en el que, destacada en rojo, aparece escrita la palabra «Amén» y que activa el envío inmediato del correo electrónico. En la pantalla del ordenador aparece a los pocos días un mensaje: el alma atormentada por el peso de la culpa podrá presentarse en su parroquia y recibir la absolución.
También, se han creado servicios en línea de oraciones por encargo .
No hay duda que estas prácticas enfrentarán grandes resistencias de parte de sectores conservadores pero yo lo veo como una manera de que la Iglesia se adapte a la era de la información y se beneficie de las nuevas tecnologías.
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