Un muchacho tenía un hermoso caballo del que se sentía orgulloso. Un día, el caballo se escapó y por más que lo buscó, no pudo encontrarlo. La familia estaba desolada. A los pocos días el caballo apareció acompañado por una preciosa yegua. La desgracia se convirtió en felicidad y el muchacho estaba loco de alegría, pero el padre le advirtió: «No seas idiota y no te alegres tanto». Al día siguiente, al montar el caballo, el hijo cayó de él y se rompió una pierna. La felicidad se volvió desgracia. Al poco tiempo estalló la guerra y todos los muchachos del pueblo fueron movilizados; todos menos el muchacho cojo que fue declarado inútil. La desgracia se volvió felicidad. (Taisen Deshimaru)
Ene 09 2006
1 comentario
Muy interesante. Voveré por más.