Tengo que confesar que admiro la pasión de los mendigos. Me sorprende como una persona puede estar bajo lluvia, sol y sereno pidiendo limosna. En otras palabras, no estamos hablando de seres vagos. Estamos hablando de personas que están todo el día parados y caminando bajo un sol que derrite a cualquiera. Hoy me quedé atónito al ver bajo un aguacero torrencial a dos mendigos continuar su «trabajo»como si nada estuviera pasando. Imaginen esa energía dirigida a estudiar, a trabajar, a crear, a servir a los demás. Muchos de estos mendigos «trabajan»más que muchos empleados de agencias de gobierno escondidos detrás de un escritorio.
Necesitamos a más personas con esa pasión que tienen los mendigos.
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